miércoles, 3 de octubre de 2007

¡¡¡¡UNA MAMÁ!!!!




¿Cómo superar el cliché de la emoción que produce saber que uno va a ser madre? ¿Cómo reconciliarse con ese manoseado concepto de la maternidad? Uno no quiere ser común, hay que entender que uno es especial, uno no es esa señora panzona que avanza con dificultad entre el tráfico, ni como esas parejas bobas que van viendo las tiendas de bebés, o como la señora que se sube en el metro con un tamal de cobijas y de repente le hace gestos al bultito, y el bultito responde con unos gorgoreos, y luego el metro empieza a oler mal y la señora se baja a duras penas, cargando la pañalera cursi llena de muñequitos, la bolsa y las compras. No, uno es uno y seguramente uno será otro tipo de madre. No cabe decir la emoción de saber que una vida crece dentro de tí porque esa emoción se traduce en nauseas, gordura, apetitos extraños y un sueño endemoniado; tampoco cabe decir que es la realización femenina porque es el fin de tus desvelos profesionales a costa de lo que sea, de tus planes de estudios en el extranjero, de tus viajes y tu vida independiente; cabe quizá decir lo que uno siente, por lo menos a los dos meses lo puedo asegurar, es que lo que le crece a uno es la esperanza, hay una especie de cosquilla del resurgimiento, como si fuera posible volver a empezar algo en la vida, ahora no seré sólo Karla, ahora seré Karla, la mamá de alguien, y no porque sólo me dedique a ser la mamá de alguien, sino por lo que implica añadirle a todo lo que uno es, además ser la mamá de alguien, por muy egoista que suene. Falta mucho por saber, mucho por sentir, pero lo importante es que la esperanza está creciendo en mi vientre.... Y no, no se llamará Esperanza.