miércoles, 10 de septiembre de 2008

LA LLAVE MAESTRA


Les propongo un experimento. Siéntense en cualquier lugar a esperar algo, así, solitos, sin libro ni revista Vanidades. A ver con cuántos desconocidos platican. De seguro con ninguno, todo el mundo anda en lo suyo y si no encuentran la Vanidades, pues a lo mejor está la TV y Novelas o los jueguitos del celular, pero nadie voltea a ver a nadie más de lo debido no vaya a creer que le estoy viendo lo mal que se peinó o que la blusa no le combina con esos zapatos. Ahora regresen al mismo lugar con un bebé (si no tienen lo pueden pedir prestado, siempre habrá una mamá feliz de deshacerse de su pequeño por unas horas) y vuelvan a contar a los desconocidos con los que platicaron.... ¿desconocidos?.. Ninguno, si todos acabaron siendo sus amigos ¿o no?
Un bebé es la puerta al mundo, la mejor arma para las relaciones públicas. He pensado seriamente en llevarme a Mariana al Senado a ver si no logro que todos los Senadores me pelen, hasta Beltrones, ya verán. Lo mejor es que los bebés ni siquiera requieren haber nacido para hacer su "trabajo" de rompehielos. Una panza de embarazada tiene casi los mismos efectos, especialmente con las mujeres, eso sí.
Cuando me embaracé me convertí en una persona "interesante", la gente me preguntaba cómo estaba, si sería niño o niña, si me daban nauseas, si era el primero, si ya sabía cómo le iba a poner. Mis amigos me atendían, me daban el lugar en el metro (aunque nomás me hubiera pasado dos veces lo voy a poner en homenaje a esos escasos ciudadanos que todavía hacen ese tipo de rarezas). Ahora con bebé soy el colmo de lo interesante y ni siquiera tengo que esforzarme mucho, puedo hablar de popó y de todos modos es interesante.
Aclaro que esto no funciona con todo el mundo. Para muchos de mis amigos solteros y que ni siquiera se les ocurre que puedan llegar a cometer esa estupidez de la paternidad, eso no resulta nada interesante. Hablo en primer lugar de los que ya son padres, o mejor aún, los abuelos, los que quieren y no han podido, o los que pueden pero no querían.
Que Mariana sea particularmente atractiva ayuda mucho y provoca muchas sorpresas. Que un darketo con piercing en la nariz detenga su camino en una plaza para pararse a chulera a una bebé no debe ser muy común. Pero no importa que no fuera tan coqueta y bonita, sí, tengo que decirlo, de todos modos sería mi llave a la socialización.
Todo comienza de distintas maneras. Si el interlocutor también tiene bebé uno de los dos comienza haciéndole un guiño al niño ajeno, si éste sonríe la conversación comienza más fácil. ¿Cuántos meses tiene?... ¿de veras?... está muy grande. Hoy mi respuesta no fue tan común; en el seguro social, mientras esperábamos a que nos llamaran para las vacunas, una señora con su nieta se sentaron al lado mío. La bebé sostenía fuertemente el carnet de citas, lo cual me llamó la atención porque se veía muy pequeña; hice la consabida pregunta y me djeron que tenía seis meses, pero era evidentemente mucho más pequeña que Mariana (que todavía no cumple cinco). La conversación giró entonces sobre la alimentación, la niña comía bastante, desde los cuatro meses, pero en la guardería a fuerza querían que engordara más... ¡ahh, la guardería!!!, otra conversación, y claro, por eso es tan abusada la chiquilla. Cuando salí yo del consultorio me despedí de la señora y parecíamos las grandes amigas. Antes de eso, el intendente que esperaba para entrar a limpiar los baños (un tipo que ya había visto, de esos raros que hacen su trabajo de buen ánimo y que hasta parece que le gusta) gritó, ¡pero qué bebé tan hermosa!, pudimos empezar también una conversación, pero estaba muy lejos y no tenía ganas de gritar.
Otra forma de comenzar las conversaciones tiene que ver con los accesorios. Qué práctica está tu cangurera, ¿dónde la conseguiste?, ¿y esas mamilas deveras son tan buenas?, ¿en tu pañalera cabe todo? y entonces arranca una letanía de consejos e intercambio de experiencias inacabable, hasta que alguno tiene que irse, bendito sea dios.
La verdad es que efectivamente las conversaciones más largas son con los que son padres, y de preferencia de bebés o niños no muy grandes, porque los que ya tienen adolescentes más bien te ven con un poco de odio porque tú todavía no tienes que padecer al monstruito ese y encima te quejas de que no te deja dormir. Pero también hay uno que otro soltero interesado que basta que te haga una pregunta para que entonces tú le cuentes lo que te mueres por decir de tu pequeño, y claro, ellos siempre tendrán un sobrino, el hijo de una amiga o el vecinito de arriba del cual platicar también para no quedarse atrás. Es más, a veces los bebés ni siquiera son el tema de la plática, se habla sobre el trabajo, sobre política, sobre esta ciudad de locos en la que ya no se puede vivir (el tópico empieza porque uno dice que no es un lugar para que un niño crezca, pero qué se le va a hacer), pero la carita angelical del pequeño que sonríe a los mimos del extraño es mucho más efectiva que cualquier intento de acercarte a un desconocido, no vaya a ser que tengas intenciones sucias y macabras y con un niño eres inocente.

2 comentarios:

mariana m* dijo...

Karla, es un gusto leerte, me lo pasó re bien. Debo decir que simplemente me encanta, escribe más seguido. Bueno, lo que tu llavecita maestra te deje, je.

Natalia dijo...

Te estoy leyendo mientras Tonatiuh me pregunta de qué tanto me río, es que me acuerdo de los "nuevos amigos" ocasionales que yo también he hecho en las filas y salas de espera con bebé en brazos.
Y del embarazo ni qué decir, leí que a todo el mundo cuando ve una una panza le sale el experto en embarazo que todos llevamos dentro, y sí...

En fin, aprovecho pa saludarte y mandarles abrazos a las dos.